Loba Negra Juan Gómez-Jurado

Segon llibre de la saga Antonia i Jon.
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LOBA NEGRA by Juan Gómez-Jurado

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Segon llibre de la saga Antonia i Jon. No decepciona, costa deixar-lo, busques temps per llegir. Aquest cop l’aventura te lloc principalment a Marbella amb la Màfia Russa. S’aprofundeix en el coneixement dels personatges que te’ls fa encara més propers. No puc dir res més sense desvetllar de que va l’aventura, però si t’ha agradat Reina Roja, aquest t’encantarà.

Aquests son els meus subratllats:

Los argumentos resbalan por encima de ella como el agua por las plumas de un pato.

Petricor —dice Antonia. —¿Cómo dices? —El olor después de la lluvia. Se llama petricor.

Cuentan que Odín se encaprichó de nueve gigantas mientras paseaba a la orilla del mar. Se acostó con ellas, y ellas se combinaron para darle un único hijo. —Se combinaron. ¿Como un Power Ranger? —Yo tampoco entiendo lo de la paloma y no te digo nada —continúa Antonia—. Las nueve mujeres dieron a luz a Heimdal, y le alimentaron con lo mejor que tenían. Cuando creció, Heimdal descubrió que tenía una vista que alcanzaba hasta los confines del mundo, y un oído tan fino que era capaz de escuchar crecer la hierba. Así que Odín le asignó como guardián del Bifrost, el puente de arcoíris que lleva a Asgard, el hogar de los dioses. Y Heimdal debe avisar si se acercan los gigantes.

Luego resulta que el refranero es un embustero. Que la cara no es el espejo del alma.

Alex Lewyt, inventor de aspiradoras, cuando dijo en 1955 que en diez años todas ellas funcionarían por energía nuclear. Como Thomas Watson, presidente de IBM, cuando dijo en 1943 que en el mundo había sitio para cinco ordenadores, como mucho.

Que los límites de tu lenguaje son los límites de tu mundo. Aun sin expresarlo en estos términos, cualquier fanático de la lectura lo comprende de forma intuitiva, y por eso nunca puede leer lo suficiente.

Había un tendero judío en la Alemania nazi que llegó una mañana a su local y se encontró el escaparate cubierto de cruces gamadas e insultos racistas. Limpió la pintura con gran esfuerzo, y abrió la tienda. Al día siguiente volvió a suceder lo mismo. Así que, al tercer día el tendero se quedó toda la noche en vela, y cuando vio aparecer a los camisas pardas con los botes de pintura, se acercó a ellos y les dijo: —Os doy diez marcos si pintáis ese escaparate. Los camisas pardas aceptaron encantados el dinero, puesto que iban a hacer gratis el trabajo de todas formas. Cuando se fueron, el tendero limpió el escaparate. A la noche siguiente, volvió a esperarles. —Os doy nueve marcos si pintáis ese escaparate. Y así continuó haciendo, noche tras noche, hasta que la última les ofreció un solo y triste marco por ensuciar el escaparate. Los camisas pardas se negaron. ¡No estaban dispuestos a hacer el trabajo por tan poco dinero! Se fueron y nunca volvieron.

Que suerte no es más que muerte con una letra cambiada.

La luz dicroica acentúa sus rasgos cansados.

Lola pronuncia la contraseña que ha abierto cualquier portal de España, a cualquier hora, desde siempre. —Soy yo.

Cuanto más sola está una persona, más solitaria se vuelve. La soledad va creciendo a su alrededor, como el moho. Un escudo que inhibe aquello que podría destruirla, y que tanto desea. La soledad es acumulativa, se extiende y se perpetúa por sí sola. Una vez que ese moho se incrusta, cuesta una vida arrancarlo.

No es que esté gordo.
Y si nada nos libra de la muerte, al menos que el amor nos salve de la vida.

Nem parlant!

BS.

ExpreSSat